Otra persona pregunta sobre aquellas ramas del conocimiento, “que son como catedrales” donde se da un desarrollo determinado, una estructura que se construye a través de unos pasos concretos, por ejemplo, la matemática. En matemáticas no solo construimos todo su edificio poniendo ladrillo a ladrillo sino que estamos en su construcción en un punto de su desarrollo histórico donde es casi imposible llegar para la mayoría si uno no tiene la ayuda de alguien que haya hecho el camino, y que conozca ese desarrollo, y si no se hacen los pasos específicos para llegar a ciertos lugares. Es muy difícil llegar a hacer derivadas, o ecuaciones, si no has hecho unos pasos previos. Entonces, ¿qué pasa con este tipo de disciplinas, no se van a quedar un poco cortos en su profundización? A esto nos respondieron haciendo referencia a un momento anterior, más fundamental: lo que se posibilita con un modelo de crecimiento, generando unas condiciones de vida de este tipo es que la persona que hace uso de las herramientas conceptuales, de las herramientas que nos da el conocimiento, sean personas íntegras y responsables. Se han hecho atrocidades con la expertise de la física. Se han creado armas con una capacidad de destrucción inusitada con esas catedrales de la física y la matemática, avioncitos-correquetecagas que tiran bombas sobre personas. Se trata de construir catedrales que los individuos puedan construir para cuidar la vida; para que hagan cosas desde la conciencia, y no desde la barbarie. Ejemplos suficientes tenemos en ese sentido. Además, pensaba yo mientras hablaban, no estamos solos. En los talleres tampoco están solos; hay alguien que comparte con ellos sus conocimientos de matemática, y es alguien que sabe de matemática. Los adultos se encargan de disponer los recursos para que los intereses, que se materializan en proyectos o talleres, puedan tener lugar. La vida, tal y como proponía Javier en su introducción, es una especie particular de compartir, de relación, de comunicación. Somos relación ya desde la concepción. Somos relación en el útero, en el parto. En los primeros compases de la vida terminamos de crecer, literalmente, en función, en la medida y dependiendo del tipo de relación. Así el conocimiento es parte de lo relacional compartido por el conjunto de una comunidad. Los niños, al interactuar, acceden (y son conformados en cierto sentido) a esa piscina del conocimiento que está disponible por los trazos que nos ligan con una civilización y una cultura. Arguyen además, que si hay un interés auténtico por encaminarse hacia algo para lo que necesiten, por ejemplo, una matemática avanzada, van a tener los recursos personales necesarios para concretar su atención y hacer los esfuerzos necesarios para tener el nivel necesario.
Hay otro tipo de destrezas donde hay un momento sensible durante la infancia, como los idiomas, la música, sobre los que podríamos también reflexionar.
También hablamos sobre la familia. La familia, en el crecimiento, es lo más importante. Quizás la escuela, decían Javier y Marién, representa, si se pudiese hablar así, un 10, un 15 un 20%… el 80% es la familia. Por lo tanto es fundamental que ambos trabajen juntos. Eso lo vemos también en Baobab, ese vínculo, esa comunicación, es algo que afecta directamente al niño, que lo notamos y sentimos inmediatamente. Hay un camino de aprender a comunicar, sin juicio, lo que sentimos, lo que vemos, un camino de trabajar juntos, donde el niño se ubica en el centro.
LLegando al final: las bases sobre las que se fundamenta la propuesta de Ojo de Agua tienen que ver con una visión de los principios biológicos que rigen la vida. Estos principios afloran en un tránsito entre una visión mecanicista-industrial de la realidad, y una visión más orgánica, que todavía estamos construyendo como comunidad humana. Todos sabemos que la visión que sustenta la educación está caduca. Hay escollos que impiden que su funcionamiento efectivo cambie. Probablemente los más importantes sean la dimensión burocrática del mastodonte educacional. Tiene tantas mecanismos que es costosísimo variar un grado la dirección de su curso. La dimensión de la carga biográfica: son los individuos, directores, maestras, padres, los que hacen efectivas determinadas prácticas educativas y de relación. El cambio de este factor humano es muy lento, pues reproducimos lo que hemos recibido de modo inconsciente, se nos queda muy pegado como aquello que es lo correcto. La dimensión del egoísmo, también, por supuesto, juega su papel.
En cualquier caso este sustrato ontológico que determinaba la educación en una posmodernidad industrial podríamos argüir que ya no está. El horizonte de precomprensión es otro. Intentaremos irlo des-velando. Haciendo expresa la “decisión acerca de lo ente y sobre la esencia de la verdad” que postulamos en este tiempo.
La educación se ha basado, como dice Javier, al construirse los sistema educativos modernos, más bien en algo relacionado con el taylorismo, (queremos hacer la educación como si fuese un mecanismo) que con los procesos biológicos y las necesidades de crecimiento que se dan en las distintas etapas de desarrollo. Caída la cultura tradicional hemos de buscar un nuevo soporte a las prácticas educativas. Ese soporte, que nos lo da el conocimiento biológico, antropológico podríamos decir, se hace visible, tras una visión religiosa, hace muy poco tiempo. Y sin embargo es urgente recuperar un sentido de lo que somos como humanidad para establecer prácticas con niños que sean sanas y estén conformes al desarrollo de la vida y la inteligencia. La presión de la tecnología y de la deshumanización son tan fuertes que hemos de unir las manos en una mirada más humana, más real. Dice Javier, con toda contundencia: “ahora necesitamos despertar nuestro corazón como especie (…) ese y no otro, es el reto al que nos enfrentamos en la tarea educativa”. Uno de los valores, indudablemente, de Ojo de Agua, es apuntar con toda claridad a esta necesidad, y no solo hacerlo de manera teórica, sino explorarlo, intentarlo, experimentarlo en la práctica diaria, en el reto diario. Esto se intenta allí, estar alineados con la energía de la vida, de lo que cuida y crea la vida, en el ámbito pedagógico, que ya no es un termino adecuado, porque sería más adecuado hablar de ámbito relacional, pero también y de manera muy interesante en el ámbito de relación con el entorno natural, con su relación con lo no humano. En este sentido se da en Ojo de Agua una visión coherente de lo que podemos constituir como emplazamiento humano en un determinado entorno natural. No dañar. Hacerse cargo de la caca. No necesitar erradicar a las especies donde habitas. Con-vivir. Nos decía Javier, si cogemos un dron, y lo lanzamos hacia arriba en cualquier ciudad, lo que vemos es que hemos arrasado con todo tipo de vida que no sea humana, hemos cubierto la tierra de alquitran y cemento, y nos hemos puesto nosotros. La visión de la permacultura que sostienen en Ojo de Agua es que podemos crear emplazamientos permanentes donde no se agote la vida, no se extrangule la vida, los recursos. Ojo de agua es un ejemplo vivo de como establecer un emplazamiento humano que no necesita arrasar con todo para vivir bien. Para los niños esto es una vivencia, no es un discurso ni carteles en las paredes. Es una vivencia de la gestión de la energía: si necesitas enchufar la guitarra eléctrica debes mirar el estado de las baterías y el pronóstico del tiempo para ver si es posible usarla en función de la energía acumulada a través de los paneles solares. La lluvia se almacena en los aljibes que recogen el agua de la lluvia desde la cubierta del edificio. Se recogen 160.000 litros de agua entre los tres aljibes. Sobre el agua del váter:
“En Urobia hemos optado por limpiar de forma natural las mismas aguas que ensuciamos; para ello, hemos imitado el ecosistema de un humedal en el que más de mil doscientas (1.200) plantas de la especie “phragmites australis” se encargan de transformar nuestros “detritus” en materia orgánica mediante filtrados por decantación, a lo largo de una superficie de doscientos cuarenta metros cuadrados (240 m2), al final de la cual, ya podemos volver a utilizar el agua para riego del jardín, arbolado y huerta. Por todo lo anterior, es de la máxima importancia que utilicemos jabones lo más inocuos posibles para el medio ambiente y que única y exclusivamente tiremos por los retretes la orina, las heces y el papel higiénico, ya que nuestras “phragmites australis” se alimentan de lo que desechamos por los desagües.
Después la volvemos a almacenar y la reutilizamos para el riego de la finca.
Después de recoger el agua de lluvia, filtrarla, consumirla conscientemente en la casa, limpiarla por medio de plantas transformando nuestros desechos en masa vegetal que absorbe CO2, la devolvemos limpia a la tierra y con ella regamos el arbolado de la finca, colaborando una vez más a crear más masa vegetal.”
La finca se divide en tres partes, acordes con la visión permacultural: la de uso humano, la parte destinada a bosque comestible, huerta, y animales, y una tercera parte que se deja virgen donde el humano no interfiere.
Ver, y sentir un lugar que no incide ni maltrata el medio donde se encuentra es ya un evento único. Y de nuevo, repito, de construir algo, creo que es lo único coherente que se puede hacer hoy día.
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En esta ocasión no hemos podido estar en el día a día con los niños y niñas. Nos hemos quedado a las puertas de este espacio, tejido con el tesón de varios corazones, corazones que llevan latiendo 20 años, con la urdimbre de un sueño de crear un lugar donde pueda florecer la vida. Las puertas para el ojo observador externo hoy están cerradas. Hoy no podemos asomarnos a ver su desarrollo cotidiano, a ver, percibir, sentir como laten sus paredes; estos lugares son como monasterios de una enseñanza secreta, la de la vida plena en desarrollo, en crecimiento, y hay que respetar profundamente que sus puertas en ocasiones deben permanecer cerradas, pues es mucho lo que guardan dentro, lo que cuidan en su interior. La comunidad educativa es la que custodia este tesoro, es la responsable de cuidarlo, y es quien sabe cuando y en qué forma el visitante puede acercarse a conocerlo. Hoy sentimos el aroma del campo que lo rodea, más adelante volveremos a llamar a sus puertas.
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En su web podéis acceder a artículos interesantísimo sobre su propuesta educativa. Os recomiendo leerlos: https://ojodeagua.es/articulos/