El ser humano, así como la naturaleza (la tierra, los astros, la circulación, el corazón) todo en la tierra y el ser humano es rítmico.

El ritmo es importantísimo en la primera infancia puesto que el niño pequeño vive en el presente y no sabe lo que va a ocurrir al cabo de un rato y el pasado tampoco le importa. No entiende de horas ni de minutos, tampoco de semanas, meses o estaciones. Todo lo está interiorizando y haciéndolo propio en los primeros años de vida. El ritmo crea una estructura que ayuda al niño a situarse, a reconocer los tiempos. De esta manera lo que va a ocurrir se convierte en algo previsible, lo cual le da muchísima seguridad. Si no hay ritmos se crea estrés e inseguridad en el niño. Así vemos que lo que más disfruta es lo que se repite cada día.

Podemos decir que, los ritmos:

  1. Fortalecen la salud. Los ritmos dan seguridad, calma, equilibrio, y hacen que las necesidades básicas estén cubiertas. Comer a las horas que el niño necesita, descansar suficientemente, tener una actividad o movimiento adecuado, tener momentos donde se nutra la parte afectiva, momentos donde se nutra la parte simbólica, etc. Todo esto, hecho de manera diaria fortalecerá la salud del niño.

    2. Fortalecen la voluntad. Todo lo que hacemos de manera repetida fortalece la voluntad. Unos días nos costará más o menos esfuerzo, pero el hecho de repetirlo nos acostumbra a ser constantes, a coger el hábito y ser perseverantes.

  1. Dentro de este ritmo es importante hacer transiciones. Así como la respiración es inspiración/exalación, en la rutina de los niños es necesario que cambien las actividades; una actividad activa o de expansión, y a continuación una actividad tranquila o de contención. Esto creará un equilibrio en la rutina del niño.

  2. Sólo si yo tengo ritmos para mí mismas podré crear ritmos para los niños.

  3. Para ayudar a transitar las transiciones pueden ser de gran utilidad las canciones, los juegos de dedos, pequeños versos, etc. Por ejemplo, si vamos a lavar las manos, podemos cantar una canción sobre lavarnos (“pimpón es un muñeco” o una canción sobre el agua).

  1. Es de gran ayuda adelantarse a la situación a la que vamos: Por ejemplo, si quiero que el niño se lave las manos, comenzaré a cantar la canción yendo ya hacia el lavabo. Así el niño podrá sumarse y seguirme y sumarse a la situación desde “el ambiente” y no desde lo mental (un poco como hacen los pollitos con las gallinas). Ir yo primero ayudará mucho. Con los más mayores a partir de 5 años que ya son autónomos en casi todas las rutinas diarias te puedes adelantar más. Si por ejemplo te cuesta que se pongan el pijama, pero sabes que el cuento le motiva, le puedes decir” te espero para empezar el cuento, situándote donde normalmente se lee el cuento”.

7. No se trata de llenar el día de actividades, el ritmo también tiene que da lugar a la imaginación y para ello ha de haber momentos sin elaborar/planificar, momentos de juego libre.

8. Los ritmos ayudarán a crecer en autonomía y en colaboración. Cuando hay ritmos sanos cada vez se puede dar la oportunidad a los niños a participar en actividades del ritmo más elaboradas, y a colaborar, haciendo que la convivencia sea más fácil.

 

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